FAME AGUA Y EXTRATIVISMO_CONCLUSIONES (baja el archivo)
Introducción. « Agua y
Extractivismo » en el FAME 2012: del Norte al Sur, un sistema, las luchas
“Nosotros quienes pertenecemos a las diferentes luchas contra el extractivismo
[…], originarios de muchos países del Sur y de Norte, reconocemos que somos
todos parte de la misma lucha […], -han declarado, después dos días de talleres
y debates, los participantes de las actividades del eje temático “Agua y
Extractivismo” del FAME 2012. Argentinos, Brasileños, Chilenos, Colombianos,
Ecuatorianos, Guatemaltecos, Mejicanos, Peruanos, Pakistaníes,… Alemanes,
Búlgaros, Norteamericanos, Irlandeses, Poloneses, Turcos, Franceses…,- hemos
sido muchos a unirnos en torno a éste tema.
Luchas contra el extractivismo?
El FAME 2012, con un eje temático dedicado (6 talleres y mesas redondas) les ha
dado importancia, asumiendo designar el extractivismo tal cual, incluido aquí
en Francia, donde esta palabra prestada del vocabulario del otro-Atlántico
hacía sobre todo referencia, hasta ahora, a combates y debates de afuera. En
los medios universitarios et militantes de América hispanohablante1, el término
“extractivismo”, ampliamente utilizado, ya no designa solamente a las
industrias extractivas en su sentido estricto (minas e hidrocarburos). Se
refiere, por extensión y de manera más amplia, a la aceleración de todas las
actividades de explotación de “recursos naturales” a escala industrial
(incluida desde la agroindustria hasta las infraestructuras que facilitan las
actividades de extracción). Como muchos términos en “ismo” –que evocan una
corriente de pensamiento, un paradigma o una ideología-, “el extractivismo” se refiere
también a varios niveles de realidad que conforman un sistema. Él designa, el
lugar central de la extracción de “recursos naturales” para las economías
exportadoras de materias primas. Señala también una de las condiciones
esenciales del mantenimiento del sistema económico y social dominante, el cuál
no puede perdurar sin continuar con el crecimiento de la extracción de
“recursos naturales”, la explotación de la naturaleza al mejor precio. Entre
1900 y el 2000, la población mundial se ha multiplicado por 4. En cuanto al
consumo de materiales y de energía, en promedio, ha sido multiplicado por 10:
la biomasa (organismos vivos) por 3,5, la energía por 12, los metales por 19 y
los materiales de construcción por 342.
El extractivismo, es también eso.
Estas pocas cifras lo demuestran muy bien: el metabolismo que devora todas
estas materias primas no es un proceso “natural” que se limita a asegurar la
sobrevivencia de la especie. Este metabolismo esta multiplicado por el estilo
de vida “occidental”, el mismo que está modelado por el ideal de la sociedad de
consumo y de la economía de crecimiento; pero también, por perseguir como objetivo
el “desarrollo”. Este horizonte siempre esperado por muchos países y personas,
siempre lejano pero tan necesario para asegurarse de que no dejen de funcionar
los engranajes que garantizan la prosperidad de los prósperos.
Minas, pozos de petróleo y de
gas, plantaciones o ganadería industrial, represas hidroeléctricas gigantes…, -
todos los días, nuevos territorios se transforman en zonas de sacrificio; dando
lugar a trastornos sociales y transformaciones culturales inevitables,
constantes alteraciones de ecosistemas, contaminación con efectos devastadores
para la salud. Muchos países de América latina y de otras regiones del “Sur”,
ya “condenados” desde la época de las colonias a abastecer de materias primas y
carburante a la economía mundial, viven desde los últimos veinte años procesos
de continua re-primarización de sus economías y una aceleración sin precedentes
del extractivismo. Pero, aún si los contextos son diferentes, ningún territorio
está definitivamente protegido. La depredación no se limita a las fronteras del
“mundo a desarrollar”, ésta avanza también en los llamados países occidentales,
donde la reaparición de proyectos de extracción de “recursos naturales” – como
el relance de la explotación de hidrocarburos en Europa y en América del Norte-
conlleva también su parte de impactos y de amenazas para los ecosistemas, los territorios
y las poblaciones que allí viven.
En todas partes, tanto en el Sur
como en el Norte, estallan conflictos entre los habitantes de las zonas afectadas
o amenazadas y las empresas, entre los habitantes y los poderes públicos; se
organizan resistencias, se estructuran movilizaciones y nacen movimientos
populares. “El agua vale mucho más que el oro”, - proclaman los grafitis
pintados en los muros de las pequeñas y grandes ciudades de Argentina, de Perú,
de Colombia… y en otros lugares. “Beber o conducir, hay que elegir”, - riman
los militantes franceses anti-gas de esquisto. El agua, que “no tiene precio” está,
casi siempre, en el centro de estos combates. Frecuentemente, el acceso al
agua, su disponibilidad o su calidad se ven directamente amenazadas. Cada
industria tiene su “libro negro”. Las minas a cielo abierto contaminan los ríos
y los acuíferos (productos tóxicos y metales pesados provenientes de los
drenajes ácidos), degradan las zonas de recarga hídrica, deterioran los
glaciares y el permafrost. En las regiones que ya son victimas del estrés hídrico
millones de litros de agua son utilizados cotidianamente para las actividades
mineras en detrimento de las necesidades de la población. La extracción de
hidrocarburos “de esquisto” requiere también enormes cantidades de agua. Cada
operación de la fractura hidráulica consiste en inyectar en el subsuelo entre
10 y 20 millones de litros de agua, mezclada con arena y aditivos químicos, de
los cuales solamente una parte vuelve a subir a la superficie, y su
reprocesamiento suscita serios cuestionamientos. La explotación petrolera tiene
un pesado pasivo de contaminación dramática del agua dulce y del agua del mar, accidentales
(mareas negras) o sistemáticas (delta de Níger, Amazonia ecuatoriana o
peruana…). Las grandes represas hidroeléctricas son causantes de la
desaparición de peces de muchos ríos, lo cuál significa la destrucción de las
economías locales basadas en la pesca. La lista es larga…
Durante el FAME, los 6 talleres y
mesas redondas “Agua y Extractivismo” – dedicados a los hidrocarburos en
general, al gas y el petróleo “de esquisto”, a la minería y a las represas
hidroeléctricas - han detallado muchos de los sacrificios impuestos. Símbolo
último de las destrucciones perpetradas por el extractivismo, en todas partes y
en todas sus formas: las imágenes de las cumbres de los Andes dinamitadas y
volando en pedazos para cavar una mina de oro a cielo abierto, han dejado a los
participantes con la respiración entrecortada ante la inmensidad y la evidencia
de tal violencia, pero también la urgencia y el deber de resistir.
Representantes de comunidades campesinas et indígenas, miembros de asambleas populares
y de colectivos de ciudadanos, universitarios y asociaciones de diferentes
países del mundo, - todos hemos estado allí para testimoniar. Testimoniar, cada
uno desde su espacio, desde sus luchas, sus victorias, su dolor y sus sueños.
Testimoniar pero también compartir, reflexionar, construir juntos.
Entrecruzar los contextos y las
perspectivas, buscando, a través del agua y el imperativo de su preservación,
relacionar los diferentes “sectores de lucha”, traspasar las barreras que los
transforman en temas técnicos y especializados, reconociendo que combatimos las
diferentes caras de un mismo monstruo; descubriendo que comprender las realidades
de otros es un “viaje” que permite “volver mejor” a su propia casa.
Hemos comenzado también a
construir puentes entre los movimientos del Sur y del Norte presentes en el FAME,
trabajando por el conocimiento y el reconocimiento mutuo, la comprensión de los
contextos y las preocupaciones de cada uno. Hemos hecho un paso más allá de la
solidaridad en un sólo sentido, el de los militantes del Norte por las luchas
del Sur, esbozando la posibilidad de lazos directos entre las resistencias concretas
de aquí y de allá, movimientos ciudadanos y populares que luchan contra las
diferentes formas del mismo problema; abriendo un nuevo espacio compartido, de
reflexión y fraternidad, todavía embrionario, pero donde la simple exposición
de problemas dé lugar al inicio de la construcción de un pensamiento colectivo.
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